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Dama Oscura
Llegue a una edad donde des-enamorarme ya no duele tanto como lo es pagar mis deudas.
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jueves, 23 de julio de 2020

Nunca te abandonaré

Bien, debo darle un nombre al padre de mi hijo porque hablo de el seguido y no le puse un nombre.
Bueno en mi blog hace 12 años le puse de nombre Cristóbal y se quedara así.
Estábamos viviendo en Huamachuco, hermosa ciudad Huamachuco, una de las ciudades más hermosas que he conocido del Perú.
Una mañana me dijo "Nina, iré a tomar con mis compañeros de trabajo después del trabajo".
Yo (como no soy muy sociable) le dije que vaya nomas, que yo lo espero en el cuarto.
Si, vivíamos en un cuarto los dos, donde yo tenía una computadora para escribir lo que quisiera y escribía una novela que nunca publique llamada "La esposa del diablo" que estaba basada en nuestra relación pero que nunca llegue a publicar porque no me pareció muy buena.
Bueno, me quedé toda la tarde mirando animes en la tele, luego use la computadora y empece a aburrirme, me eche a dormir, y cuando desperté eran las seis de la tarde.
Cristóbal salía del trabajo a las 2 p.m. ya debía haber regresado hace mucho, aún yéndose a tomar nunca se quedaba mucho tiempo.
Mire por la ventana hacia el bar, fue cuando me puse pálida.
Vi a Cristóbal peleando con tres sujetos a puño limpio, no, peleando no eso es un exceso, él los había dejado en el piso a los tres.
¿Qué carajos pasó? Pensé asustada.
Me vestí para salir de habitación, bajé al primer piso y salí de la pensión, la dueña me detuvo.
- Por favor señora, no salga, su esposo está muy violento, ya golpeó a siete hombres.
La miré asustada dudando de lo que estaba a punto de hacer por un segundo y luego sonreí.
- Por eso debo salir, señora - murmuré - para que no golpee a siete hombres más, soy la única única que puede calmarlo.
Salí de la casa, caminé cruzando al otro lado de la acera acercándome a él. 
- ¡Nina! - la secretaría de Cristóbal se acercó a mi - no te acerques a él, los muchachos no pudieron controlarlo y está muy violento, déjalo, se dormirá en breve y lo llevarán a tu cuarto.
- Tranquila - le dije - yo me lo llevo.

Solo había visto a Cristóbal una vez así, violento y ebrio, cuando perdí a nuestra hija en mi vientre, se puso a tomar como si no hubiera mañana y peleo con unos hombres que estaban en el bar, estábamos en Cajamarca en aquella ocasión, lo trajeron cargando entre cuatro hombres a dejarlo en mi habitación, yo estaba muy débil por el suceso de aquella vez, a penas reaccionaba, lleno de sangre y barro, lo llamé, a penas escuchó mi voz, fue como un tranquilizante para el, se acostó a mi lado abrazándome llorando repitiendo una y otra vez "nunca más volverá a pasarnos esto, perdón, perdón, perdón, perdón, te amo", aquella vez lo  besé y le dije que ya era tarde y debíamos dormir y dormimos.

Respiré, me acerque a Cristóbal con las piernas temblando, estaba en posición de ataque.
A estas alturas de la historia debo decir que yo siempre fui una pequeña de 1.44 m con 50 kg y Cristóbal es un sujeto de 1.78 m con 110 kg.
Así que imaginen la diferencia de estatura peso y que literalmenre si no me reconocía podía dejarme noqueada de un golpe.
Respire tratando de calmarme "Dioses ayúdenme por favor" murmuré. 
Cabe mencionar que para este momento ya estaba metida en la brujería y practicaba magia básica.
- Oso - dije - mi amor - continué manteniendo mi distancia - ya es tarde amor mío, vamos a descansar - les juro que yo me quería orinar en los pantalones.
Cristóbal dejó de estar en posición de ataque y bajo los brazos escuchándome hablar.
- Oso, mírame ¿sabes quién soy?
El se volteó y me miró, tenía el ojo hinchado y la boca llena de sangre, se acercó a mí, mirándome fijamente y se paró delante de mi mirándome, la manos me temblaban, las piernas me temblaban, sentía que (literalmente) me iba a dar una diarrea en ese momento.
Olvide mencionar que Cristóbal a demas de ser abogado, es luchador... de lucha libre... perdió muchos dientes en sus peleas en el ring.
Cristóbal se agachó y olió mi cabeza, me abrazó, me abrazó tan fuerte que yo, casi, no podía respirar.
- Oso, me asfixias - dije con la poda voz que tenía. 
- Te amo - murmuró - te amo con toda mi vida, con toda mi alma, con todo mi ser, te amo.
- Si amor, yo también te amo - dije sin poder respirar - pero en serio, me estas apretando mucho.
- Dime que me amas, dime que me amas.
- Si te amo oso, claro que te amo, por eso estoy contigo.
- Vamos al cuarto.
En ese momento me levanto y empezó a llevarme cargando... hacia el lado contrario de donde quedaba la pensión.
- Oso, la casa está del otro lado - dije sin poner resistencia.
Cristóbal se dio la vuelta y empezó a caminar en dirección a la pensión.
Uno de sus compañeros de trabajo se acercó a nosotros.
- Señora, ¿necesita ayuda?
- No se acerque - dije - tranquilo ya hice esto antes - mentí. 
Cristóbal me bajo y se puso en posición de ataque.
- ¿Quieres robarte a mi mujer? - gritó- ¡Ella es mi mujer! - dijo dando golpes en el aire - buscate otra mujer que si la miras te la verás conmigo.
- No oso, no quiere robarme - dije.
- ¿El es tu amante? - pregunto furioso.
- ¡No! - respondí por inercia - ¿cómo crees? si ni salgo de la casa.
- ¿Me quieres abandonar? ¿Me quieres dejar para estar con este... bueno para nada?
- No mi amor, como crees, nunca te voy a abandonar, menos por este pelado.
- Nunca me dejes.
- No mi amor, nunca - miré al compañero de trabajo de Cristóbal - ¿¡podrías irte!? - dije enojada.
El compañero de Cristóbal se fue.
Cristóbal me sujetó de la mano y empezó a caminar hacia la pensión.
- Oso, más despacio - dije corriendo - ya me caigo.
Cristóbal se detuvo en seco, miró hacia una construcción, me miró sonriendo.
- Oso - dije calculando lo que en su cabeza ebria tenía - vamos a la casa mi amor.
Cristóbal me soltó y entró a la construcción.
- ¡No! - dije desesperada.
El arquitecto salió asustado.
- ¡Lo lamento mucho señor! - dije antes de que pudiera decir algo.
- Señora, su esposo acaba de pisar el cemento fresco que estuvimos trabajando todo el día y golpeó a tres de mis hombres.
- Lo lamento mucho señor, esta muy ebrio y estoy haciendo todo lo que puedo para controlarlo, por favor no se acerquen a él para poder sacarlo.
- ¿Pero qué es lo que tiene?
- Creo que tomo bebidas alcohólicas de diferente tipo y esta como loco, yo me encargo, por favor no se acerquen a el para poder sacarlo.
- Señora, su marido acaba de golpear a mis hombres, es peligroso mejor hay que llamar a la policía.
- Por favor no - dije juntando las manos - le juro que si se alejan de él yo haré que salga de la construcción.
- Tiene cinco minutos - sentenció.
Entre a la construcción, Cristóbal estaba persiguiendo a varios trabajadores que le gritaban de lejos que saliera del piso recién vaciado.
- Oso - dije manteniendo una prudente distancia - mira el cielo amor, ya está oscuro tenemos que volver ya amor.
Cristóbal se detuvo y caminó hacia mi.
- Estuvo divertido el día - dijo riendo - hagámoslo de nuevo otro día.
- Si mi amor, lo haremos de nuevo la próxima semana, pero mira el cielo, ya es de noche y tu sabes que debo dormir diez horas o sino mañana estoy de mal humor todo el día.
- Te amo Nina, nunca me abandones.
- Yo también te amo Cristóbal, vamos de una vez, me muero de sueño.
- Jura que nunca me abandonarás.
- Te juro que siempre voy a estar contigo y solo seré tu mujer, pero ya vámonos.
Cristóbal me levantó nuevamente y caminamos hacia la pensión, entramos sin problemas pues la dueña dejó la puerta abierta para nosotros.
Subió a la habitación y se echó en el piso del cuarto.
- Oso, estás en el piso - dije - ven a la cama.
- Me porté mal hoy - dijo cerrando los ojos - no merezco dormir a tu lado.
Se durmió en menos de un minuto.
- Oso - dije tocándolo - Cristóbal.
Se había dormido casi instantaneamente.
Le quité las botas que llevaba puesto, las botas de cuero lleno de cemento, bajé al lavabo y me puse a lavar rapidamente sus botas para evitar que el cemento se endurezca y se arruinen, había olvidado que estábamos en invierno y las manos empezaron a dolerme casi instantaneamente pero no me detuve hasta ver las botas muy limpias y las puse en la terraza para que se sequen.
Volví a la habitación, me cambié la ropa lo más rápido que pude y me envolvi las mano con la frazada polar hasta sentirme bien.
Al día siguiente le conté a Cristobal lo sucedido, se disculpó por haber sido tan agresivo conmigo.
- Amor - sonreí - ¿por qué piensas que te quiero dejar?
- Yo no pienso eso.
- Los borrachos y los niños nunca mienten amor, anoche me hiciste jurar que nunca te dejaré.
- No lo sé Nina, sinceramente no recuerdo nada de lo que pasó ayer.
Se acercó a besarme.
- ¡Cuidado! - dije.
- ¿Que pasa?
- Me duelen un poco las manos.
- ¿Por qué?
- Recuerdas que te dije que entraste a una construcción y que pasaste el cemento fresco, pues tus zapatillas favoritas estaban llenas de cemento y las lavé.
- No Nina ¿Por qué hiciste eso?
- Son tus zapatillas favoritas y son carísimas, no quería que se pierdan.
Saco mis manos de las sábanas, aún me dolían.
- Te llevaré al hospital - dijo buscando que ponerse.
- No amor, estaré bien, mira - dije moviendo lo dedos suavemente - ¿ves? Si los puedo mover es que todo estará bien.
- De verdad lo lamento mucho, no debiste meterte al agua.
- No pasa nada, estaré bien.
- Nunca vuelvas a hacer eso Nina, no debes lavar nada con este clima.
- Estoy bien, en serio.
- No vuelvas a hacerlo, ¿entiendes?
- No entiendo porque te pones así oso, ya esta hecho.
- Por favor Nina, piensa, las zapatillas las puedo volver a comprar, tus manos no se pueden comprar.
Me quedé congelada, en silencio, mirándolo. 
- Oso - murmuré.
El me miró callado mientras miraba mis manos y movía mis dedos.
- Te amo - sonreí. 
- ¿No tienes miedo?
- No, ¿por qué tendría miedo?
- Por como me viste ayer.
- No es la primera vez que te veo en esa situación, una vez te vi así antes y ya se como lidiar contigo.
- Las mujeres cuando me ven así, se alejan porque les doy miedo.
- Yo no - sonreí - no te tengo miedo, si te tuviera miedo, no estaría contigo ahora.
Cristóbal me miró callado y sonrió. 
- Lamento mucho no ser el hombre que te mereces, quisiera ser más cariñoso y romántico, así me educaron.
Sonreí.
- Con todo eso te amo - me eché en la cama - estoy feliz.
- ¿Por qué?
- Ayer me dijiste que me amas.
- ¿Yo dije eso? - respondió extrañado.
- Y no te atrevas a negarlo Cristóbal.
- ¿Cuándo lo dije?
- Estabas muy ebrio.
- Rayos, ¿tan mal estaba que dije idioteces?
- Los borrachos y los niños nunca mienten Cristóbal - dije riendo.
Estire mi mano y el se echó a mi lado.
- Tienes que ir a la construcción a pedir disculpas al maestro de obra por el daño que ocasionaste y reparar los daños físicos, también debes pedirle disculpas a todas las personas que golpeaste ayer.
- Eres una pequeña mandona, ¿por qué intentas dominarme? ¡Yo no soy un pisado! Y nunca seré un saco largo - dijo enojado.
Me senté y lo besé. 
- Aún así, debes hacerte responsable de tus actos aunque no hayas estado en tus cinco sentidos cuando lo hiciste.
- Si, ya voy.
Cristóbal se vistió. 
Regreso veinte minutos después con una fuente con comida. 
- Toma enana.
- ¿Por qué me traes comida?
- No puedes mover las manos, no puedes preparar nada para que comas, no quiero que mueras de inanición.
Sonreí, abrí la boca.
Cristóbal me dio de comer.
- No te acostumbres enana.
- Si sigues haciendo lo que hiciste ayer, te tocará hacer esto más seguido - sonreí. 
Cristóbal acerco más comida a mi boca.
- Eres una diabla - sonrió.
- Así me amas - dije metiendo comida a mi boca.
- Si amor, yo te amo, siempre te amaré.
- Ya lo sé. 
- Nina, te juro que nunca dejaré que nada te pase.
- Ya lo sé amor, me lo prometiste hace mucho tiempo.
- Lo digo en serio, antes de que alguien pueda hacerte daño a ti, primero tendrá que encargado de mi.
- ¿Por qué dices esas cosas? Nada me va a pasar.
- Nina, lo digo en serio, no me importa si mañana decides dejarme, si algun imbécil se atreve a hacerte algo, dime y yo me haré cargo.
- Ok, ahora sí me asustas.
- Quiero que sepas solo eso enana, primero tienen que pasar sobre mi antes de llegar a ti y mientras viva, yo te voy a cuidar siempre.
- Y yo a ti, siempre te voy a a cuidar, pero ya no digas estas cosas, me asustas.
Cristóbal se quedó callado y terminó de alimentarme.
- Debo ir a la oficina ¿estarás bien? 
- Si amor, enciende en Disney Chanel, yo te espero aquí.
- Esta bien - dijo besándome - nos vemos más tarde.
Cristóbal encendió la televisión y salió, me quedé viendo series todo el dia.

Dama Oscura 





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