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Dama Oscura
Llegue a una edad donde des-enamorarme ya no duele tanto como lo es pagar mis deudas.
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miércoles, 30 de enero de 2013

LA GENTE QUE ME GUSTA

Primero que todo me gusta la gente que vibra, que no hay que empujarla, que no hay que
decirle que haga las cosas, que sabe lo que hay que hacer y lo hace en menos tiempo del
esperado.
Me gusta la gente con capacidad para medir las consecuencias de sus actuaciones. La que
no deja las soluciones al azar.
Me gusta la gente estricta con su gente y consigo misma, que no pierde de vista que somos
humanos y que podemos equivocarnos.
Me gusta la gente que piensa que el trabajo en equipo, entre amigos, produce más que los
caóticos esfuerzos individuales.
Me gusta la gente que sabe la importancia de la alegría.
Me gusta la gente sincera y franca, capaz de oponerse con argumentos serenos y
razonados a las decisiones de su jefe.
Me gusta la gente de criterio. La que no traga entero. La que no se avergüenza de
reconocer que no sabe algo o que se equivocó. Y la que, al aceptar sus errores, se esfuerza
genuinamente por no volver a cometerlos.
Me gusta la gente capaz de criticarme constructivamente y de frente: a estos los
llamo mis amigos.
Me gusta la gente fiel y persistente que no desfallece cuando de alcanzar objetivos e
ideales se trata.
Me gusta la gente de garra, que entiende los obstáculos como un reto.
Me gusta la gente que trabaja por resultados.
Con gente como esta me comprometo a lo que sea, así no reciba retribución
económica alguna. Con haber tenido esa gente a mi lado, me doy por recompensado.

domingo, 20 de enero de 2013

LA RANITA SORDA

Un grupo de ranas viajaba por el bosque, cuando de repente dos de ellas cayeron en un
pozo profundo. Las demás se reunieron alrededor del agujero y, cuando vieron lo hondo
que era, le dijeron a las caídas que, para efectos prácticos, debían darse por muertas. Sinembargo, ellas seguían tratando de salir del hoyo con todas sus fuerzas. Las otras les decían
que esos esfuerzos serían inútiles.
Finalmente, una de las ranas atendió a lo que las demás decían se dio por vencida y murió.
La otra continuó saltando con tanto esfuerzo como le era posible. La multitud le gritaba que
era inútil pero la rana seguía saltando, cada vez con más fuerza, hasta que finalmente salió
del hoyo. Las otras le preguntaron: "¿No escuchabas lo que te decíamos?" La ranita les
explicó que era sorda, y creía que las demás la estaban animando desde el borde a
esforzarse más y más para salir del hueco.
La palabra tiene poder de vida y de muerte. Una voz de aliento a alguien que se siente
desanimado puede ayudarle a terminar el día, mientras que una palabra negativa puede
acabar por destruirlo. Cualquiera puede decir palabras que roben a los demás el espíritu que
les permite seguir la lucha en medio de tiempos difíciles. Tengamos cuidado con lo que
decimos, pero sobre todo con lo que escuchamos.

jueves, 10 de enero de 2013

LA FELICIDAD ES EL CAMINO

Nos convencemos de que la vida será mejor después de cumplir los 18 años, después de
casarnos, después de conseguir un mejor empleo, después de tener un hijo, después de tener
otro...
Entonces nos sentimos frustrados porque nuestros hijos no son lo suficientemente grandes,
y pensamos que nos sentiremos felices cuando lo sean. Después nos lamentamos porque
son adolescentes difíciles de tratar; ciertamente, nos sentiremos más felices cuando salgan
de esa etapa.
Nos decimos que nuestra vida será completa cuando a nuestro(a) esposo(a) le vaya mejor,
cuando tengamos un mejor carro o una mejor casa, cuando podamos ir de vacaciones,
cuando estemos retirados.
La verdad es que no hay mejor momento que este para ser felices. Si no es ahora, ¿cuándo?
Una de nuestras frases favoritas es de Alfred de Souza: "Por largo tiempo parecía para mi
que la vida estaba a punto de comenzar, la vida de verdad. Pero siempre había un obstáculo
en el camino, algo que resolver primero, algún asunto sin terminar, tiempo por pasar, una
deuda que pagar; entonces la vida comenzaba. Hasta que me di cuenta de que estos
obstáculos eran mi vida".
Esta perspectiva nos ha ayudado a ver que no hay camino a la felicidad: la felicidad es el
camino. Debemos atesorar cada momento, mucho más cuando lo compartimos con alguien
especial, y recordar que el tiempo no espera a nadie.
No espere hasta terminar la escuela, hasta volver a la escuela, hasta bajar diez libras, hasta
tener hijos, hasta que los hijos vayan a la escuela, hasta que se case, hasta que se divorcie,
hasta el viernes por la noche, hasta el domingo por la mañana, hasta la primavera, el
verano, el otoño o el invierno, o hasta que muera, para aprender que no hay mejor momento
que este para ser feliz. La felicidad es un trayecto, no un destino.
Trabaja como si no necesitaras dinero, ama como si nunca te hubieran herido y baila como
si nadie te estuviera viendo.

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