1:00 pm.
(Sala de ARO)
-
Échese
en la camilla por favor.
La
obstetra que me estaba atendiendo era tan paciente, tan tranquila, tan madre,
yo ya no aguantaba más los dolores y estaba llorando me parecía que tenía 6 de
dilatación o algo que se le parece mucho.
-
Te
voy a medir la dilatación – dijo la señora – abre bien las piernas, voy a meter
mi dedo, no hagas esfuerzo, trata de relajarte.
Sentí
claramente como introducía dos dedos en mi cavidad vaginal y palpaba por todas
partes, el guante de latex me incomodaba más que el hecho de que otra persona
tenga su mano entre mis piernas…
-
¿Te
duele mucho?
-
No
puedo caminar – murmure
-
¿Qué
te paso en la pierna?
-
Es
congénito.
-
¿Eso
te afecta?
-
Si
a los huesos, se llama Pseudoartrosis Congénita de Tibia Peroné Izquierda.
-
¿Ya
intentaste caminar?
-
Camine
todo lo que pude en mi casa.
-
¿A
qué hora empezaron los dolores?
-
A
las ocho de la mañana o al menos eso creo.
-
¿Y
por qué vienes recién?
-
Odio
los hospitales – murmure con una pequeña risa – tengo malas experiencias la
verdad, literalmente crecí en uno.
-
¿En
dónde?
-
San
Juan de Dios, era por lo de mi pierna, estuve allá hasta los 6 años.
En
ese momento entro un doctor, me parecía que era ginecólogo.
-
¿Cuánto
tiene de dilatación? – dice dirigiéndose a la obstetra que me atendía.
-
Seis.
-
¿Llega
para parto vaginal?
-
Si,
el feto ya está acomodado.
-
Me
parece que es muy joven, madrecita – dice dirigiéndose a mí – ¿Cuántos años
tienes?
Solté
una sonrisa haciendo esfuerzo entre las lágrimas que me ahogaban.
-
Veintidós
– murmure.
-
¿Cómo
te sientes?
-
Tengo
sueño.
-
¿Vas
a poder soportar el parto?
-
Tengo
que…
-
¿Te
gustaría que te hagamos cesarea?
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