9:00
am.
No
resistí más me arrodille en la cama y empecé a llorar, recién en ese momento me
di cuenta que mi hermana menor estaba en casa (hasta ese momento creí que
estaba sola) se levantó asustada y entro a mi cuarto.
-
¿Qué
tienes, te caíste?
-
No,
tengo contracciones.
-
¿Y
por qué no llamaste a alguien?
-
No
todavía quiero ir al hospital.
No
me hizo caso, saco su celular e hizo una llamada.
-
Aló
jefe, soy Tatiana, necesito una ambulancia a mi casa urgente… si mi hermana
esta con contracciones va a dar a luz en breve.
-
¡Tatiana!
– grite – No quiero que todo el mundo se entere de que va a nacer mi hijo.
-
Jefe
luego lo llamo.
-
¿Qué
hago?
-
Yo
te aviso para que llames a la vecina.
9:30
am.
Las
horas pasaban muy lentamente las
contracciones seguían en desorden, me fui al baño varias veces en la ultima
hora que había pasado, lamentablemente no hice nada… de nada.
Mi
hermana estaba parada más nerviosa que yo preguntándome cada 5 minutos si ya
debía llamar a la vecina, y yo le respondía cada vez más exasperada que no, me
revise la ropa interior esperando la marca de parto, líquido amniótico o en
último caso sangre, pero nada de nada, me quite toda la ropa y me metí al baño,
si tenía que soportar las contracciones previas al parto al menos no quería
tener que soportar el calor que sentía todo el tiempo.
10:00
am. (O algo que se le parece mucho)
Después
de un largo baño y tratar de relajarme lo más que pude, salí y me seque lo más
lento posible, empecé a recordar lo que fue la última vez en el hospital y se
me erizo el cuerpo, de pronto un dolor que no pude tolerar más.
-
¡Tatiana!
– grite – Llama a la vecina… ya no aguanto.
-
Ya
– dijo.
Corrió
a la huerta y grito a todo pulmón.
-
¡Vecina
Rosa!
Sin
respuesta.
-
¡Vecina
Rosa!
Escuche
un grito sorprendido que respondía.
-
Que
pasa Tatiana.
-
Ya
va a nacer tu nieto, ven rápido.
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