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martes, 5 de agosto de 2014

Recuerdos de San Juan de Dios II

Recuerdo que en salón a veces se iban unos jóvenes a jugar con nosotros, uno de ellos se entretenía mucho conmigo, se llama Luigui, en aquel entonces quizátenía 20 años, se pasaba muchas horas jugando conmigo y contándome historias, recuerdo que una vez me llevo al balcón del piso, yo desde entonces le tuve miedo a las alturas, el me hizo sentar en el borde del balcón, pero él me sujetaba de la cintura, pero yo me puse a llorar desesperadamente creyendo que podría caerme… desde entonces no puedo estar tranquila en un lugar demasiado alto.
Un día nos fuimos al parque de las leyendas, la verdad lo único que recuerdo de ese día es que me hicieron pasear en un poni, fue terrible, me hice doler las piernas y las nalgas, el resto del paseo no lo recuerdo… dicen que me divertí mucho, me dicen que me subí a unos columpios y  que le di de comer a los animales, pero yo no lo recuerdo.
Recuerdo que llevaba yeso cada cierto tiempo, mi madre dice que estaba con yeso dos meses y lo retiraban un mes, yo recuerdo que habían tiempos que tenía un yeso y cuando no lo tenía la pierna estaba llena de heridas, me picaban y yo me rascaba hasta hacerme sangrar lo que provocaban más heridas. Para mí era normal tener heridas en la pierna, después de unas semanas las heridas sanaban y el yeso de nuevo.
Un día, o quizá era noche, una enfermera me dijo que me harían una operación, me llevaron a una sala con una lámpara gigante (en aquel entonces me parecía así) que iluminaba mi cuerpo totalmente, me pusieron suero y anestesia, lentamente me quede dormida. Aquella vez desperté a media operación y vi a varios doctores a mí alrededor, una dijo “Se le paso el efecto” y otra me acaricio la cabeza, me volvieron a poner anestesia y de nuevo me dormí.
Esta vez desperté y estaba en la sala de recuperación, en una incubadora, recuerdo que levante la mano y toque un vidrio, estaba atrapada, empecé a llorar, no podía mover las piernas, las mire y estaban amarradas, vi algo en mi pierna izquierda, salía sangre, me limpie los ojos y una rueda de fierro con muchos clavos sartados en toda mi piernecita me atrapaba, llore mas.
Esa rueda de fierro se suponía que debía ayudar a que mi pierna izquierda crezca, en aquel entonces era una prueba, con el 30% de posibilidades de éxito, habían intentado estirar mis huesos… lo consiguieron, en parte, pues mis huesos no crecieron normalmente, sino que la fuerza que lo estiraba y el desorden de calcio que me identifica hizo que mis huesos se vuelvan a unir (como se suponía que pasaría) pero en un pequeño hilito de calcio finito, la unión entre hueso y hueso que había crecido era tan finita que se olvidaron de quitarme los clavos, por un año y ocho meses estuve con esos clavos hasta que mi madre llego a Lima y exigió que lo retiren de mi pierna, dos años antes cuando ella fue a verme le hicieron firmar una autorización para que me pongan la rueda de clavos por un periodo de 3 meses, literalmente le obligaron a hacerlo, los doctores al ver que no funcionaba lo extendieron por tres meses mas y así sucesivamente hasta que mi madre regreso.
Fue entonces cuando pude reconocer a mi madre, digo reconocer porque ya la conocía, pero yo no sabía que era mi madre, es mas hasta el día de hoy no siento el apego que tienen mis hermanos por ella, quizá el pasar los primeros años de mi vida lejos de casa me hizo más independiente y me mantiene actualmente alejada de la opinión de mis familiares.
Mi madre iba a Lima 3 meses consecutivos, y cada que pasaba tiempo conmigo se enfermaba, no porque hubiera infecciones contagiosas en la sala donde estaba sino que ella es muy sensible al dolor ajeno y ver el sufrimiento de tantos niños de golpe la hacía llorar tanto que cada semana perdía un kilo.
A veces se quedaba todo el día conmigo en el hospital, la veía llorar pero yo no sabía porque lloraba, ahora me entero que lloraba por mí, ella sufría mas viéndome así en esas condiciones y yo ni sabía lo que pasaba con mi vida.
Aquella vez que me sacaron los clavos de la pierna, celebraron mi cumpleaños, fue el primer cumpleaños que celebraron y recuerdo.
Definitivamente mis años en San Juan de Dios fueron clave para mi crecimiento, y ahora sé que quizá no podría caminar de no haber estado ahí los primeros años de mi vida, aunque no hicieron trabajo fantástico pues las secuelas de las múltiples operaciones que me hicieron son muy notorios, me las arreglo para disminuir el defecto… por llamarlo de alguna forma.


Dama Oscura

1 escribieron:

Unknown dijo...

Siempre he admirado la labor de los médicos, ayudantes, etc., que trabajan en San Juan de Dios. Es menester ayudarlos a continuar su noble misión.
Por otro lado, tu historia es muy conmovedora U.U ... Seguro fueron años difíciles.
Un abrazo.

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