Recuerdo
que en salón a veces se iban unos jóvenes a jugar con nosotros, uno de ellos se
entretenía mucho conmigo, se llama Luigui, en aquel entonces quizátenía 20
años, se pasaba muchas horas jugando conmigo y contándome historias, recuerdo
que una vez me llevo al balcón del piso, yo desde entonces le tuve miedo a las
alturas, el me hizo sentar en el borde del balcón, pero él me sujetaba de la
cintura, pero yo me puse a llorar desesperadamente creyendo que podría caerme…
desde entonces no puedo estar tranquila en un lugar demasiado alto.
Un
día nos fuimos al parque de las leyendas, la verdad lo único que recuerdo de
ese día es que me hicieron pasear en un poni, fue terrible, me hice doler las
piernas y las nalgas, el resto del paseo no lo recuerdo… dicen que me divertí
mucho, me dicen que me subí a unos columpios y
que le di de comer a los animales, pero yo no lo recuerdo.
Recuerdo
que llevaba yeso cada cierto tiempo, mi madre dice que estaba con yeso dos
meses y lo retiraban un mes, yo recuerdo que habían tiempos que tenía un yeso y
cuando no lo tenía la pierna estaba llena de heridas, me picaban y yo me
rascaba hasta hacerme sangrar lo que provocaban más heridas. Para mí era normal
tener heridas en la pierna, después de unas semanas las heridas sanaban y el
yeso de nuevo.
Un
día, o quizá era noche, una enfermera me dijo que me harían una operación, me llevaron
a una sala con una lámpara gigante (en aquel entonces me parecía así) que
iluminaba mi cuerpo totalmente, me pusieron suero y anestesia, lentamente me
quede dormida. Aquella vez desperté a media operación y vi a varios doctores a mí
alrededor, una dijo “Se le paso el efecto” y otra me acaricio la cabeza, me
volvieron a poner anestesia y de nuevo me dormí.
Esta
vez desperté y estaba en la sala de recuperación, en una incubadora, recuerdo
que levante la mano y toque un vidrio, estaba atrapada, empecé a llorar, no podía
mover las piernas, las mire y estaban amarradas, vi algo en mi pierna
izquierda, salía sangre, me limpie los ojos y una rueda de fierro con muchos
clavos sartados en toda mi piernecita me atrapaba, llore mas.
Esa
rueda de fierro se suponía que debía ayudar a que mi pierna izquierda crezca,
en aquel entonces era una prueba, con el 30% de posibilidades de éxito, habían
intentado estirar mis huesos… lo consiguieron, en parte, pues mis huesos no
crecieron normalmente, sino que la fuerza que lo estiraba y el desorden de
calcio que me identifica hizo que mis huesos se vuelvan a unir (como se suponía
que pasaría) pero en un pequeño hilito de calcio finito, la unión entre hueso y
hueso que había crecido era tan finita que se olvidaron de quitarme los clavos,
por un año y ocho meses estuve con esos clavos hasta que mi madre llego a Lima
y exigió que lo retiren de mi pierna, dos años antes cuando ella fue a verme le
hicieron firmar una autorización para que me pongan la rueda de clavos por un
periodo de 3 meses, literalmente le obligaron a hacerlo, los doctores al ver
que no funcionaba lo extendieron por tres meses mas y así sucesivamente hasta
que mi madre regreso.
Fue
entonces cuando pude reconocer a mi madre, digo reconocer porque ya la conocía,
pero yo no sabía que era mi madre, es mas hasta el día de hoy no siento el
apego que tienen mis hermanos por ella, quizá el pasar los primeros años de mi
vida lejos de casa me hizo más independiente y me mantiene actualmente alejada
de la opinión de mis familiares.
Mi
madre iba a Lima 3 meses consecutivos, y cada que pasaba tiempo conmigo se
enfermaba, no porque hubiera infecciones contagiosas en la sala donde estaba
sino que ella es muy sensible al dolor ajeno y ver el sufrimiento de tantos niños
de golpe la hacía llorar tanto que cada semana perdía un kilo.
A
veces se quedaba todo el día conmigo en el hospital, la veía llorar pero yo no
sabía porque lloraba, ahora me entero que lloraba por mí, ella sufría mas
viéndome así en esas condiciones y yo ni sabía lo que pasaba con mi vida.
Aquella
vez que me sacaron los clavos de la pierna, celebraron mi cumpleaños, fue el
primer cumpleaños que celebraron y recuerdo.
Definitivamente
mis años en San Juan de Dios fueron clave para mi crecimiento, y ahora sé que
quizá no podría caminar de no haber estado ahí los primeros años de mi vida,
aunque no hicieron trabajo fantástico pues las secuelas de las múltiples
operaciones que me hicieron son muy notorios, me las arreglo para disminuir el
defecto… por llamarlo de alguna forma.
Dama
Oscura