A
veces me quedo mirando por la ventana de mi casa a la calle, y recuerdo mi vida
cuando era apenas una niña. Hoy (y en los próximos días) hare un recuento de
mis recuerdos más recurrentes de esa época.
Lo
primero que recuerdo de San Juan de Dios, la clínica para personas con
discapacidad, es donde pase mis primeros años de vida, mi infancia básicamente,
lo primero que recuerdo es estar en una cama del hospital, recuerdo que nos
ponían en una cama forrada de plástico, con unas sabanas finitas y en las
noches nos daban frazadas, con una almohada, mi cara particularmente era una
cama cuna, para niños menores de cuatro años, supongo que tenía tres o dos, no
lo recuerdo bien, ese recuerdo es una laguna en mi memoria, recuerdo que por
ese tiempo todas las noches una enfermera pasaba revisando las historias clínicas
para comprobar los avances de cada niño, también marcaba las camas de los niños
que irían a operación al día siguiente.
Recuerdo
que en algún momento de la noche a la mañana cambiaron las sabanas de las
camas, nos pusieron sabanas de lunas y estrellas, azules, bonitas, recuerdo que
me dieron una frazada rosada, que nos bañaron a todos los niños con agua
caliente, y nos pusieron ropas nuevas, una blusa blanca con botones, y un short
blanco, para entonces yo no estaba pasando por ninguna operación ni
tratamiento, así que no tenia yeso ni clavos en la pierna, fue fácil vestirme,
nos sirvieron la comida a tiempo, fue comida en buen estado, casi siempre nos
servían algo que yo no podía ni quería comer por lo que siempre estaba demasiado delgada para mi
talla y edad, fue cuando aparecieron el chavo del ocho, la chilindrina y kiko
en la sala, las enfermeras habían puesto las camas en circulo dejando un
espacio al centro donde los personajes hicieron su show, fue un día memorable,
recuerdo que el chavo persiguió a kiko por toda la sala queriendo pegarle
porque la chilindrina se puso a llorar porque kiko le quito una paleta más grande
que su cabeza que estaba comiendo. Fue divertido verlos, al final nos tomaron
fotos con ellos y el chavo me puso en sus piernas la chilindrina cargo a otro
niño y kiko hizo lo suyo, nos tomaron una foto en grupo y se fueron. A penas se
fueron y nos quitaron las sabanas de estrellas y volvieron las sabanas blancas
que siempre cubrían las camas de los niños.
Recuerdo
que por ese tiempo tenía una amiga, se llama Bibi, así a secas, no Viviana, ni
nada, solo Bibi, como lo leen, ella tenía una enfermedad en la cadera, no sé
muy bien que tenia, pero si se que éramos amigas, aun la recuerdo, flaquita y
blanquita, su cama estaba al lado de la mía, una vez, nos caímos de nuestras
camas, pues queríamos juntarlas para poder jugar y nos estiramos para unir
nuestras manos y poder juntar las camas… de haber sabido que las camas tenían
frenos y no se moverían por más que lo intentáramos, no lo habría intentado,
nos estiramos tratando de juntar nuestras manos y cuando lo conseguimos nos
jalamos, cayendo las dos al piso, gritamos y lloramos a mas no poder, ahora que
lo recuerdo me causa gracia, pero en ese momento me dolió la espalda y la
cabeza por el golpe, recuerdo que las enfermeras habían llegado corriendo para
levantarnos y tratar de callarnos. No lo consiguieron.
Recuerdo
que una vez después que nos bañaron una enfermera me peinaba el cabello, no había
visto a Bibi por largo tiempo, había tenido una
operación y a los niños que operaban los llevaban a la sala de recuperación,
cuando la vi grite con todas mis fuerzas “Bibiiiiii” ella me miro y sonriendo
grito “Baniana” la enfermera que me peinaba se quejo de que le hice doler el oído
con semejante grito que di, todos los días, yo me bajaba de mi cama para ir a
la suya a conversar con ella, no caminaba muy bien, como comprenderán tengo un
defecto en la pierna que me lo impide, así que casi arrastrándome y sin
importarme iba todos los días a su cama a conversar con ella, las enfermeras
optaron por ponernos al lado nuevamente para evitar que yo me baje de la cama
todos los días.
A
Bibi la deje de ver con el tiempo, ella tuvo más intervenciones que yo así que
estaba más tiempo en la sala de recuperación que en la sala de reposo.
Una
vez, recuerdo que llego un niño con el cabello muy largo, de unos diez años, lloraba
mucho, en ese momento no entendía porque lloraba, pero ahora sé que era porque
se quedaba solo en un lugar donde no conocía a nadie.
Unas
horas después de que su madre se fue llego el peluquero con una navaja, intento
cortarle el cabello pero él no se dejo, entonces pregunto a todos los niños que
ahí mirábamos atentamente lo que sucedía y pregunto “Le corto o no le corto”
todos gritaron a misma voz que si, el peluquero le corto el cabello al niño y
este lloraba inconsolablemente, lo dejo completamente calvo, tiempo después lo
vi llegar en su cama con una venda en la cabeza que lo cubría totalmente.
Dama
Oscura